Él envió su palabra y los sanó, y los libró de sus destrucciones.
Tu Biblia no te servirá de nada si la dejas en la mesilla de noche, acumulando polvo. No te servirá de nada si lo sostienes como un osito de peluche cuando te enfrentas a tus "gigantes". ¡Pero la Palabra de Dios te hará mucho bien cuando la recibas como una verdad y la digas como una verdad! ¡Luego, verás tu sanación y liberación de toda condición maligna que haya sido enviada para destruirte!
La Biblia dice que "Él envió su palabra y los sanó, y los libró de sus destrucciones". Ahora, cuando Dios quiere sanarte, ¿qué hace Él? Él envía su palabra. Antes de que Dios te libere de tu destrucción, Él envía Su Palabra.
¿Todavía estás esperando para experimentar la bendición de la sanación que Jesús murió en la cruz para darte? No te sientas condenado. Tu Padre en el cielo te ama y te quiere bien. ¿Pero cómo llega tu curación? Al recibir Su Palabra sobre la sanación que Él ya te ha enviado. Sus promesas de sanación están todas en tu Biblia. Pero, ¿los has recibido?
Durante uno de nuestros servicios religiosos, una señora sacó su teléfono celular y comenzó a enviar mensajes de texto de cada escritura y casi cada punto clave que estaba predicando ese día a su amiga que estaba en casa muriendo de cáncer. Le estaba diciendo a la congregación que siguiera confesando las Escrituras de sanación sobre sus cuerpos, sin importar cuán malas fueran sus condiciones. Les señalé a Isaías 53: 5, que dice: "Por Su llaga estamos curados". ¡La señora se emocionó tanto que le dijo a su amiga que siguiera creyendo y confesándolo todos los días!
Su amiga, al leer los mensajes de texto, simplemente recibió la Palabra de Dios y la confesó por fe. Esa misma semana, cuando volvió al médico, ¡el médico no pudo encontrar ni un solo rastro de cáncer en su cuerpo!
Nunca subestimes el poder de la Palabra de Dios. La amiga de la dama fue sanada porque recibió la Palabra de Dios por la fe. Leyó alegremente los mensajes que su amiga le había enviado, se sintió alentada por la Palabra, la confesó y recibió su milagro. ¡Dios envió su Palabra y la sanó, y la salvó de su destrucción!
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